Una buena amiga hizo una crítica muy constructiva a mi entrada publicada hace unos días "Dictadura o democracia", por la cual estoy muy agradecida, pues me ha ayudado a desarrollar mis ideas y a ser crítica conmigo misma y eso me gusta. Gracias.
Como ella propria dice: "O que eu acho é que chamar ditatura é bastante forte. Numa ditadura, não há liberdade de expressão. Existe a censura, a prisão, a tortura... nada que se compare com a situação actual (...)".
Al utilizar la palabra dictadura en la entrada anterior, me pasé de un pueblo. De eso, no hay duda. Sobretodo cuando me pongo a pensar en lo que la dictadura es y fue en muchos países, y como bien dice mi amiga, la dictadura es y era sinónimo de censura, tortura, entre otros males. Y eso ha dejado huella en mucha gente. En la sociedad también, pero como yo propria he demostrado a veces demasiado rápido se nos olvida a que se refieren ciertas palabras como dictadura. Yo nunca la he conocido, pero no es pretexto para no saber de ella o sencillamente ignorar lo que sé de ella.
Siendo así, voy a estar más atenta al uso que hago de las palabras. Es cierto que la democracia que conozco no es ninguna dictadura sino que es una democracia demasiado fragil, incompleta y muchas veces corrupta.
Cuando los intereses políticos y ecónomicos pasan por delante del bienestar de todos los que vivimos en sociedad, seamos parte de la mayoría o de minorías, la democracia está en peligro. Cuando los líderes políticos hacen la oreja sorda a los ciudadanos que se manifiestan en la calle en contra de alguna reforma, la democracia una vez más está en peligro. Siendo así no creo que nuestra democracia representativa sea el mejor modelo de gobierno político. Tiene que haber otras alternativas más justas y más eficientes.
Y hasta que no se me ocurra o no sepa de algo mejor, creo en la democracia directa. Porque en la democracia directa, el pueblo tiene voz, o sea tiene derecho y verdaderas oportunidades de hablar, opinar, ser escuchado y promover nuevas reformas. Y es que el pueblo también existe después de las elecciones.
Para eso, hace falta un cambio de paradigma en nuestra sociedad. Como dije en mi anterior entrada, creo que en una educación de calidad está la llave del éxito, del cambio a un mundo mejor, más justo, sin fronteras discriminatórias entre hombres y mujeres, profesores y alumnos, ricos y pobres, políticos y paletas, nacionales e inmigrantes, países desarrollados y países en desarrollo, Norte y Sur...
Como ella propria dice: "O que eu acho é que chamar ditatura é bastante forte. Numa ditadura, não há liberdade de expressão. Existe a censura, a prisão, a tortura... nada que se compare com a situação actual (...)".
Al utilizar la palabra dictadura en la entrada anterior, me pasé de un pueblo. De eso, no hay duda. Sobretodo cuando me pongo a pensar en lo que la dictadura es y fue en muchos países, y como bien dice mi amiga, la dictadura es y era sinónimo de censura, tortura, entre otros males. Y eso ha dejado huella en mucha gente. En la sociedad también, pero como yo propria he demostrado a veces demasiado rápido se nos olvida a que se refieren ciertas palabras como dictadura. Yo nunca la he conocido, pero no es pretexto para no saber de ella o sencillamente ignorar lo que sé de ella.
Siendo así, voy a estar más atenta al uso que hago de las palabras. Es cierto que la democracia que conozco no es ninguna dictadura sino que es una democracia demasiado fragil, incompleta y muchas veces corrupta.
Cuando los intereses políticos y ecónomicos pasan por delante del bienestar de todos los que vivimos en sociedad, seamos parte de la mayoría o de minorías, la democracia está en peligro. Cuando los líderes políticos hacen la oreja sorda a los ciudadanos que se manifiestan en la calle en contra de alguna reforma, la democracia una vez más está en peligro. Siendo así no creo que nuestra democracia representativa sea el mejor modelo de gobierno político. Tiene que haber otras alternativas más justas y más eficientes.
Y hasta que no se me ocurra o no sepa de algo mejor, creo en la democracia directa. Porque en la democracia directa, el pueblo tiene voz, o sea tiene derecho y verdaderas oportunidades de hablar, opinar, ser escuchado y promover nuevas reformas. Y es que el pueblo también existe después de las elecciones.
Para eso, hace falta un cambio de paradigma en nuestra sociedad. Como dije en mi anterior entrada, creo que en una educación de calidad está la llave del éxito, del cambio a un mundo mejor, más justo, sin fronteras discriminatórias entre hombres y mujeres, profesores y alumnos, ricos y pobres, políticos y paletas, nacionales e inmigrantes, países desarrollados y países en desarrollo, Norte y Sur...
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